ANIA ELORZA Bilbao 11 ABR 2012
El País (País Vasco)
Aún son mayoría los estudiantes que acuden a diario a centros con la asignatura de Religión en sus horarios, pero el 28% del alumnado de la red pública, 34.422 jóvenes, ya acuden a escuelas en las que no existe esta demanda y, por tanto, no se imparte la asignatura. La panorámica de los centros públicos de Euskadi en este sentido se completa con otro porcentaje: el 65% de los alumnos de los centros que sí enseñan Religión no están matriculados en ella, por lo que estudian otras materias distintas. Son 58.257 niños, frente a los 31.118 que sí acuden a estas clases.
La tendencia apunta a la caída paulatina de los estudiantes matriculados en esta materia en la red pública el próximo curso, según los datos de la prematrícula que Educación ha remitido al Parlamento, en respuesta a las preguntas planteadas por el PNV. Según estas cifras, hay 363 personas menos prematriculadas para Religión para el curso que viene en comparación con el actual, un 13% menos. Con todo, la red concertada agrupa a la gran mayoría de estudiantes de religión, con 94.370 matriculados durante el curso 2009-2010.
El debate sobre la religión está en la sociedad y en las familias. Es la razón que la consejera de Educación, Isabel Celaá, ha esgrimido para trasladar la reflexión sobre esta cuestión en el ámbito de la escuela vasca a los agentes educativos. El análisis y sus consecuencias prácticas están condicionados por el hecho de que los acuerdos con la Santa Sede limitan el margen de maniobra autonómico.
Se trata de un análisis que, por otro lado, se antoja necesario, después de las tensiones que han surgido entre distintos colectivos de familias: mientras unos denuncian presiones a los padres para que no escojan Religión, otros —la confederación de padres y madres de la escuela pública, Ehige— realizan campañas informativas para que las familias sepan que, si no escogen Religión, se podría destinar ese tiempo a reforzar otras materias. Esta campaña motivó las críticas de los obispos vascos.
De entrada, la máxima responsable educativa —que, por otro lado, es católica practicante— ya ha declarado en público cuál es su apuesta: la de sacar del horario escolar la asignatura, eso sí, manteniendo la posibilidad de que aquellas familias que deseen que sus hijos estudien Religión puedan hacerlo.
La normativa establece que si en un grupo tan solo un estudiante opta por religión, el resto está obligado a estudiar en esas horas la alternativa a esta asignatura que no suponga avanzar en el resto del currículum, es decir, en matemáticas o en otras materias, porque esto generaría desequilibrios entre quienes optan por la alternativa religiosa y las familias que deciden evitarla. Solo en Primaria se puede dedicar tiempo a estas asignaturas mientras el resto estudia religión. En los grupos sin demanda de religión, se puede dedicar este tiempo a reforzar asignaturas en las que el alumnado tenga mayores dificultades, como pueden ser las áreas de ciencias o las matemáticas.
En los que sí tienen demanda de Religión, los estudiantes que no estudian la asignatura —dos de cada tres— reciben la “debida atención educativa” que cada centro establece en su proyecto educativo para estos casos.
¿Cuántas horas semanales se rigen por esta lógica? En Educación Primaria, el currículum establece que se deben destinar tres horas semanales en cada ciclo de dos años, que los centros reparten según su criterio. Lo habitual es hora y media semanal, que se traduce en dos clases de 45 minutos.
ca es la religión mayoritariamente impartida en Euskadi, con 30.677 alumnos el pasado curso en los centros públicos —el curso anterior hubo 31.221 en esta red frente a los 94.370 de la concertada—. Sin embargo, también hubo 126 que estudiaron la religión islámica, todos ellos en Bizkaia y matriculados en Infantil y Primaria, y trece de religión evangélica, concentrados también en Secundaria actúa de manera distinta. Por norma, los centros tienen que dar cinco horas semanales en los tres primeros cursos de esta etapa y una en cuarto. Educación recomienda que sean dos horas en primero, una en segundo y dos en tercero, pero la autonomía de los centros les da libertad para distribuirlas como crean oportuno.
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